La esencia de la rentabilidad de un negocio se encuentra en su capacidad para operar de manera autosuficiente, generando ingresos que no solo cubran todos los costes asociados, sino que también proporcionen beneficios financieros netos. Se trata de equilibrar ingresos y gastos para obtener un excedente financiero que puede destinarse a la expansión, la innovación, o la mitigación de riesgos, con la flexibilidad necesaria para adaptarse a las dinámicas cambiantes del mercado y afrontar posibles desafíos.